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Disección Aórtica

Actualizado: 11 dic 2024

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



La disección aórtica es una condición médica grave y potencialmente mortal que requiere un diagnóstico rápido y un tratamiento inmediato. Este artículo abordará los aspectos clave de la disección aórtica, incluyendo sus síntomas, signos clínicos, exploración, pruebas diagnósticas y manejo en emergencias.


Síntomas


El síntoma más común y característico de la disección aórtica es un dolor torácico intenso y repentino, presente en aproximadamente el 85% de los casos[1]. Este dolor se describe

muchas como:


  • Agudo, desgarrante o lacerante

  • De inicio subito

  • Localizado en el pecho o la parte superior de la espalda.

  • Migratorio, siguiendo el sentido de la disección

  • Irradiado hacia el cuello, mandíbula, hombros, brazos o abdomen[1][3]


Otros síntomas pueden incluir:


  • Dificultad para respirar

  • Síncope o pérdida de conciencia

  • Síntomas similares a un accidente cerebrovascular (problemas de visión, dificultad para hablar, debilidad o parálisis de un lado del cuerpo)

  • Dolor abdominal intenso

  • Dolor en las piernas

  • Dificultad para caminar[3]


Signos clínicos


Los signos clínicos de la disección aórtica pueden variar dependiendo de la extensión y localización de la disección. Los más frecuentes incluyen:


  • Déficit de pulsos (50% en disecciones de aorta proximal)

  • Insuficiencia aórtica (50-66% en disecciones proximales)

  • Diferencia de presión arterial entre extremidades.

  • Soplo de insuficiencia aórtica

  • Signos de shock[1][4]


Exploración


Durante la exploración física, el médico debe estar atento a:


  • Diferencia de presión arterial entre los brazos o entre brazos y piernas

  • Presencia de soplos cardíacos, especialmente un soplo de insuficiencia aórtica

  • Signos de compromiso vascular periférico

  • Signos neurológicos focales

  • Signos de taponamiento cardíaco o shock[4][8]


Pruebas diagnósticas


El diagnóstico de la disección aórtica se basa en una combinación de la presentación clínica y las pruebas de imagen. Las principales pruebas diagnósticas incluyen:


  1. Ecocardiografía transesofágica (ETE): Considerada la prueba de elección en urgencias, con una sensibilidad del 98% y una especificidad del 95%[1].

  2. Tomografía computarizada (TC) con contraste: Ofrece imágenes detalladas de la aorta y sus ramas, con una sensibilidad y especificidad cercana al 100%[4].

  3. Resonancia magnética (RM): Proporciona una evaluación exhaustiva de la morfología aórtica, pero su uso en emergencias está limitado por el tiempo requerido y la dificultad de realizarla en pacientes inestables[5].

  4. Angiografía: Aunque históricamente fue el estándar de oro, actualmente se usa menos debido a su naturaleza invasiva[5].

  5. Radiografía de tórax: Puede mostrar ensanchamiento mediastínico o derrame pleural, pero no es diagnosticado por sí sola[5].


Manejo de emergencias


El manejo inicial de la disección aórtica en emergencias es crucial y debe incluir:


  1. Control del dolor: Uso de opioides para aliviar el dolor intenso[1].

  2. Control de la presión arterial: El objetivo es mantener la presión sistólica entre 100-120 mmHg. Se utilizan betabloqueantes intravenosos como primera línea, seguidos de vasodilatadores si es necesario[1][9].

  3. Control de la frecuencia cardíaca: Se busca mantener una frecuencia cardíaca por debajo de 60 latidos por minuto[9].

  4. Evaluación rápida del tipo de disección: Mediante técnicas de imagen, generalmente TC o ETE[4].

  5. Decisión sobre el tratamiento definitivo: Las disecciones tipo A de Stanford requieren cirugía urgente, mientras que las de tipo B se manejan médicamente en ausencia de complicaciones[1][4].

  6. Traslado a un centro especializado: Si el centro inicial no cuenta con capacidad para el tratamiento definitivo[9].


El manejo adecuado de la disección aórtica requiere un alto índice de sospecha, un diagnóstico rápido y preciso, y un tratamiento inmediato y apropiado. La coordinación entre los servicios de emergencia, cardiología y cirugía cardiovascular es fundamental para optimizar los resultados en estos pacientes críticos.


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