MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La coagulación intravascular diseminada (CID) en la embarazada es una complicación grave que requiere atención médica inmediata. Este trastorno se caracteriza por una activación anormal y excesiva de la cascada de coagulación, lo que resulta en la formación de múltiples coágulos en la microvasculatura y, paradójicamente, en un mayor riesgo de hemorragia debido al consumo de factores de coagulación y plaquetas[1]. [2].
Síntomas
Los síntomas de la CID en la embarazada pueden variar según la gravedad y la rapidez de su aparición. En casos leves a moderados, los pacientes pueden experimentar:
Sangrado prolongado en los sitios de punción venosa
Aparición de petequias o hematomas con facilidad
Sangrado de encías o nasal
En casos más severos, los síntomas pueden incluir:
Hemorragia severa en diversos órganos (pulmones, sistema nervioso central, tracto gastrointestinal)
Dificultad respiratoria
Confusión o alteraciones del estado mental.
Dolor abdominal intenso
Choque[1][4]
Signos
Los signos clínicos de la CID en la embarazada pueden incluir:
Púrpura o equimosis extensa
Sangrado activo en múltiples sitios
Hipotensión
Taquicardia
Oliguria o anuria
Ictericia (en casos de afectación hepática)
Signos de insuficiencia orgánica múltiple[1][2]
Exploración
Durante la exploración física, el médico debe estar atento a:
Signos vitales inestables
Presencia de petequias, equimosis o hematomas.
Sangrado activo en sitios de punción o heridas quirúrgicas
Evaluación del estado de conciencia
Exploración abdominal en busca de signos de hemorragia interna o complicaciones obstétricas.
Evaluación de la perfusión periférica[2][4]
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico de la CID se basa en una combinación de resultados clínicos y de laboratorio. Las pruebas diagnósticas incluyen:
Recuento de plaquetas: Generalmente disminuido (<100.000/mm³)
Tiempo de protrombina (TP) y tiempo de tromboplastina parcial activada (TTPa): Ambos prolongados
Fibrinógeno: Niveles disminuidos (<1 g/L)
Dímero D o productos de degradación de fibrina (PDF): Elevados
Frotis de sangre periférica: Puede mostrar esquistocitos (fragmentos de eritrocitos)
Niveles de factores de coagulación: Disminuidos, especialmente los factores V y VIII[1][3][4]
Es importante realizar estas pruebas de forma seriada para monitorear la progresión de la CID y la respuesta al tratamiento.
Manejo de emergencias
El manejo del CID en la embarazada en el servicio de emergencias debe ser rápido y multidisciplinario:
Estabilización hemodinámica: Administración de fluidos y, si es necesario, productos sanguíneos.
Tratamiento de la causa subyacente: Identificar y tratar la condición obstétrica que desencadenó la CID (por ejemplo, desprendimiento prematuro de placenta, embolia de líquido amniótico, aborto séptico).
Reposición de factores de coagulación: Administración de plasma fresco congelado, crioprecipitado o concentrados de factores según sea necesario.
Transfusión de plaquetas: Si el recuento es <50,000/mm³ o hay sangrado activo.
Consideración de anticoagulación: En casos de CID de evolución lenta con predominio de trombosis, se puede considerar el uso de heparina bajo estrecha supervisión.
Monitorización continua: Vigilancia estrecha de signos vitales, estado neurológico y función de órganos vitales.
Preparación para intervención obstétrica: En casos de CID asociadas a complicaciones del embarazo, puede ser necesaria una intervención quirúrgica urgente[1][2][4].
El manejo del CID en la embarazada requiere un enfoque multidisciplinario que involucra a obstetras, hematólogos e intensivistas. La rápida identificación y tratamiento de esta condición es crucial para mejorar los pronósticos tanto de la madre como del feto.
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