MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El asma aguda es una condición potencialmente grave que requiere una evaluación rápida y precisa para un manejo adecuado. Este artículo aborda los aspectos clave de la evaluación del asma aguda, incluyendo síntomas, signos clínicos, exploración, pruebas diagnósticas y manejo en emergencias.
Síntomas
Los síntomas del asma aguda pueden variar en intensidad y presentación. Los más comunes incluyen:
Disnea o dificultad respiratoria
Tos, que puede ser seca o productiva
Sibilancias o pitidos en el pecho
Opresión torácica
Dificultad para hablar o realizar actividades cotidianas[1][3]
Es importante destacar que la intensidad de los síntomas puede indicar la gravedad de la crisis. En casos severos, el paciente puede presentar dificultad para pronunciar frases completas entre respiraciones[6].
Signos clínicos
Los signos clínicos observables en el asma aguda incluyen:
Taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria)
Uso de músculos accesorios de la respiración
Retracciones intercostales y supraesternales
Cianosis (en casos graves)
Alteración del estado de conciencia (en crisis severas)[1][4]
La ausencia de sibilancias en casos muy graves puede indicar una obstrucción severa de las vías aéreas, lo que se conoce como “tórax silente”[4].
Exploración
La exploración física del paciente con asma aguda debe ser minuciosa e incluir:
Evaluación del estado general y nivel de conciencia
Inspección de la mecánica respiratoria
Auscultación pulmonar para detectar sibilancias y determinar la entrada de aire
Medición de signos vitales (frecuencia respiratoria, frecuencia cardíaca, presión arterial, saturación de oxígeno)
Evaluación de signos de fatiga muscular respiratoria[1][3]
Pruebas diagnósticas
Las pruebas diagnósticas son fundamentales para evaluar la severidad del asma aguda y guiar el tratamiento:
Espirometría: Mide el volumen y la velocidad del aire exhalado. Es la prueba gold standard para el diagnóstico de asma[3][5].
Medición del flujo espiratorio máximo (PEF): Proporciona una estimación rápida de la obstrucción de las vías aéreas[5].
Gasometría arterial: Evalúa el intercambio gaseoso y el equilibrio ácido-base, especialmente en casos graves[4].
Radiografía de tórax: Útil para descartar complicaciones o diagnósticos alternativos[5].
Prueba de provocación con metacolina: Puede ser necesaria en casos de diagnóstico incierto[5].
Manejo en Emergencias
El manejo inicial del asma aguda en emergencias se centra en:
Oxigenoterapia: Para mantener una saturación de oxígeno > 92%[4].
Broncodilatadores de acción rápida: Agonistas beta-2 de corta duración (como salbutamol) administrados por vía inhalatoria[4][6].
Corticosteroides sistémicos: Para reducir la inflamación de las vías aéreas[4].
Bromuro de ipratropio: Como terapia adicional en casos severos[4].
Evaluación continua de la respuesta al tratamiento: Mediante la monitorización de signos vitales y mediciones seriadas del flujo espiratorio máximo[4][6].
En casos de asma aguda severa o que no responde al tratamiento inicial, puede ser necesaria la ventilación mecánica no invasiva o invasiva[4].
La evaluación rápida y precisa del asma aguda es crucial para un manejo efectivo. La combinación de una historia clínica detallada, exploración física minuciosa y pruebas diagnósticas apropiadas permite una estratificación adecuada de la gravedad y guía las decisiones terapéuticas.
El manejo en emergencias debe ser ágil y basado en protocolos establecidos, con el objetivo de revertir la obstrucción de las vías aéreas y prevenir complicaciones potencialmente fatales.
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